Esta mujer reposaba en una esquina todas las noches, vestía con un despampanante vestido rojo el cual se
ajustaba a su cuerpo, traía puestos unos elegantes guantes de terciopelo y sobre su cabeza llevaba un gran
sombrero el cual mantenía oculto su rostro.
Siempre se mantenía apoya en la esquina de un callejón el cual daba con un café, en una ocasión un
hombre salió de aquel café a altas horas de la noche, de repente el hombre se detuvo y vio apoyada
en una esquina a una mujer la cual sostenía un cigarro apagado entre sus dedos, en sacando su lado
galán se dirigió hacia la mujer y cuando llego a su lado le ofreció fuego, aquella mujer acepto y
encendió su cigarro, el hombre de forma curiosa intento ver el rostro de la mujer el cual era
tapado por un gran sombrero, ante eso la mujer levanto su rostro para agradecerle al hombre a
lo que el hombre quedo petrificado ante lo que vio, la mujer no poseía rostro, solo tenía unas
cuencas como ojos y nariz además de unos amarillezcos dientes, el hombre se asustó tanto que a
los pocos segundos se desmallo, al día siguiente el hombre despertó en la misma esquina, pero
ahora se encontraba desnudo y completamente arañado.
Esto sucedió con muchos hombres más los cuales también amanecieron en el mismo estado deplorable.
Esta leyenda proveniente del Pacífico sur colombiano, dice que la Tunda fue una hermosa mujer
afroamericana, a quien el diablo conquistó, pero al no poder tener hijos y solo parir palos y
piedras, decidió adentrarse en el monte y acechar a aquellos niños que tenían un mal comportamiento
o no estaban bautizados y criarlos como sus hijos, lo que llevó a aquella bella mujer, convertirse
en alguien horrible con aspecto de bruja, con una pata de palo que la hace cojear y que posee un
característico olor fétido. También, secuestra y “entunda” a los hombres infieles y alcohólicos
para poder esclavizarlos.
Su forma de atraer a estos hombres y niños, es transformándose es una figura femenina que sea
importante para ellos o una mujer extremadamente bella y coqueta, escondiendo su verdadero aspecto,
dándoles también un tapao de camarones que ella misma cocino y los “entunda” o hechiza, llevándolos
a lo más profundo del monte donde sea muy difícil salir.
Se asusta cuando hay mucho ruido y escucha oraciones cerca de ella, por lo que esta es la única
forma de salvar a los entundados, llevando tambores, pólvora, haciendo disparos de escopeta, y rezos,
hasta que desaparezca y abandone el lugar y a las personas que retenía bajo su hechizo.
Este relato comienza en el siglo XVI, los indígenas habían escondido gran parte de sus tesoros en
las cuevas pertenecientes a unos cerros cercanos de Bogotá, uno de estos tesoros era un venado de
tamaño real hecho completamente de oro, este fue escondido junto a una gran cantidad de joyas en una
de las cuevas del cerro de Guadalupe.
Se dice que, a finales del siglo XVII, un aventurero llamado Diego llego a Bogotá, este después de
un tiempo conoció a una mujer y se enamoró, una noche le llevo una serenata, pero al padre de la
joven no le gusto para nada esto y lo ataco con un sable, Diego por los pelos logro esquivarlo,
luego de forma molesta ataco al padre de la joven y lo dejo moribundo en la puerta de su casa.
Esto causo que fuera perseguido por las autoridades, pero Diego huyo rápidamente, mientras corría
tomo rumbo hacia el cerro de Guadalupe y logro encontrar una cueva en la cual se refugió, ya cuando
sus ojos se acostumbraron a la oscuridad a lo lejos logro divisas un venado hecho de oro.
Diego se dio cuenta que gracias a ese venado podría tener una riqueza inmensa pero ya que estaba
siendo buscando por las autoridades no podría trasportarlo por completo así que decidió arrancarle
las astas para luego salir de la cueva y clavar su espada en la salida, así sabría que allí estaba
el resto del tesoro y así Diego tomo rumbo hacia los departamentos en los que se hospedaba.
Después de un tiempo Diego siguió con sus viajes y en cada uno de ellos ansiaba volver por el
resto del venado así que 4 años después volvió a Bogotá, pero no contaba con que el mismo hombre
que había dejado casi muerto ese día lo estaría esperando y un callejón para luego atravesarlo con
una espada, Diego murió y se llevó consigo el secreto de donde se hallaba oculto aquel venado dorado.
Juan Francisco Ortiz, un hombre que deseaba ser el hombre más poderoso de la región y para lograr su
cometido hizo algo atroz … Un pacto con el diablo, todo por dinero ganado y tierras.
Para que el pacto se completara el diablo le mando a hacer una serie de cosas a francisco las cuales
el cumplió, después de eso los negocios comenzaron a prosperar. En una mañana, Francisco se levantó
como acostumbraba y se alisto para ir al trabajo, pero cuanto cuando salía de su casa e iba a montar
su caballo, a lo lejos logro divisar un imponente toro negro con los cuernos blancos, sin darle mucha
importancia monto su caballo y se dirigió al trabajo.
Cunado francisco volvía de su trabajo se encontró nuevamente con el toro negro, esta vez decidió ir a
sacarlo de su propiedad, pero no lo consiguió. Después de otro incidente el toro desapareció por
completo y justo después de que desapareciera, las riquezas y el ganado de Francisco aumentaron
considerablemente, fue el hombre más rico de la región por un buen tiempo, pero ya era hora de que
el pacto terminara, poco a poco sus reses y su fortuna comenzó a disminuir hasta quedar casi en la miseria,
Francisco rápidamente enterró la poca fortuna que le quedaba y huyo hacia la selva intentando escapar del
diablo, pero no lo logro.
Ahora Francisco o Juan Machete deambula por su antigua propiedad vomitando fuego mientras protege sus
pocas riquezas enterradas de aquellos que osen robarla.
Esta leyenda tiene tantas versiones como apariciones. Se cuenta que, durante la época de la evangelización
colonial en Latinoamérica, los misioneros que esparcían el catolicismo, eran decapitados por los caciques
indígenas que trataban de conservar su cultura y poder, y mantener a su gente a salvo. También se habla
de un cura quien robaba las cosas del pueblo y los vasos sagrados de la iglesia, escondiéndolos y
enterrándolos para no ser descubierto, pero por un castigo de Dios, en la hora de su muerte se
convirtió en un alma en pena quien carga su cabeza bajo su túnica por la vergüenza de sus actos.
El relato más conocido en Antioquia, es de aquel cura que se acostaba con varias mujeres jóvenes
tanto fuera como dentro de la parroquia, quien nunca se arrepintió y tampoco pudo confesarse antes
de muerte, dejando su alma en pena y su cabeza en el infierno, pues la perdió por una pasión amorosa.
Los campesinos que lo han visto dicen que es un hombre alto y fuerte, algunos ven un escapulario y
otros no, pero siempre va vestido con una sotana negra y estola blanca, y claramente, sin cabeza.
Asusta a aquellos que caminan solo por la calle a altas horas de la noche, a arrieros, a personas malas.
Lo único que hace es mantenerse en silencio y quieto a unos metros de la persona, luego de unos
minutos pasa cerca de esta y causa que se siente un frio infernal, dejándola muda y paralizada
por un largo tiempo, después de reaccionar, al voltearse, pueden verlo caminar tranquilamente y
siguiendo su camino. Unos dicen que busca su cabeza, otros, que busca tesoros, pero lo único en
lo que están de acuerdo, es no querer aparecer en el mismo camino que este fantasmal cura sin cabeza.
La Candelaria es un lugar lleno de leyendas e historias paranormales, una de las que más se cuenta,
es la historia del travieso Duende Baltazar. No se sabe la fecha exacta de los hechos que se contaran a
continuación, pero se habla del siglo XVIII, entre los años 1700 y 1800, época en la cual ser una mujer
soltera y embarazada era una vergüenza, y en esta situación se encontraba una joven mujer, quien en
algunas versiones de la historia se dice que era una criada a la cual nunca se le conoció un pretendiente
o prometido.
Esta dama vivía en una casa de la Calendaría ubicada en la calle 13 con carrera 5ª, y se escondió
allí todo su embarazo, saliendo lo menos posible y tapando siempre su barriga, para evitar las
habladurías de las personas del pueblo. Su hijo llamado Baltazar nació a media noche, en un día
más frio de lo normal, los llantos del bebé hicieron notoria su llegada y en el desespero de
callarlo y deshacerse de él, lo botó a un pozo que era de uso común en el pueblo. Poco a poco su
llanto fue cesando, y cuando pensó que ya habría terminado, empezó de nuevo a seguir llorando por
toda la eternidad.
El pequeño niño, que se reconoce mejor como un duende, frecuenta a las mujeres embarazadas para
advertirles de que no intenten abandonar a sus hijos o tendrán el mismo destino que su madre.
A Baltazar le gusta jugar con los niños y asustar a los adultos, además de hacer estragos en
el restaurante que hasta hace poco estaba en uso en la casa donde murió, pues desordenaba el
lugar en la noche cuando nadie estaba presente (sus pequeñas huellas se pueden ver en el patio del lugar).
Se describe a Bochica como un anciano alto, de ojos claros, barba blanca y larga, quien vestía una
túnica y sandalias, llevando siempre con él un bastón, además de ser un gran agricultor y muy sabio.
La leyenda de la cultura Chibcha cuenta que en la Sabana hubo una gran lluvia de 3 días y 4 noches,
que destruyó todas las casas y cultivos, y si no hacían algo o encontraban una solución pronto, todo
el imperio desparecería.
El Zipa (por así decirlo, el gobernador) y los caciques pensaron en Bochica, un anciano que no
pertenecía a su tribu y hace un tiempo había aparecido en los cerros de la Sabana, su conocimiento
podría ayudarlos, y así fue. Comentaron con él la situación con un poco de dificultades, pues no
hablaban el mismo idioma, pero lograron entenderse. Luego de hablar, el hombre fue a su casa a orar
y encontrar una solución.
Después de un tiempo, Bochica se dirigió hacia el Zipa y le indicó que la solución era caminar al
suroccidente de la sabana, por lo que varios indígenas peregrinaron con él. Cuando llegaron al lugar,
Bochica dirigió sus manos y bastón al cielo, empezó a orar y al terminar, golpeó las rocas con su
bastón, abriéndolas con tanta facilidad como si de arena se tratase, dejando fluir el agua que hasta
el momento había estado retenida, a raíz de su gran esfuerzo, creó una gran catarata que al
comienzo tomaba una actitud violenta y con el tiempo fue calmándose, formando lo que conocemos
como El Salto del Tequendama.
Este misterioso ser tiene muchas historias y muchas caras, unos lo describen como un hombre corpulento y
barbado de cabellera larga el cual viste muchos atuendos y siempre fuma un tabaco, otros lo describen
como una especie de hombre humanoide peludo el cual hipnotiza a las mujeres y se las lleva a lo profundo
de las aguas, era tan tenido que los pescadores le dejaban como ofrenda tabaco y licor el cual era
aceptado por el Mohán y como recompensa él le daba a los pescadores una buena racha de pesca.
Se dice que el Mohán engatusaba a las mujeres con promesas tales como, juventud eterna, cuevas llenas
de tesoros y paisajes submarinos inimaginables, pero incluso con su mala reputación de rapta mujeres,
muy pocos decían que el Mohán en realidad no era tan malo, el priorizaba la vida de los peces pequeños
y que estos no fueran lastimados, que solo aparecía en las aguas ya que estaba defendiendo el rio
(Magdalena) y buscando a su amada. Tal vez solo hipnotizaba a otras mujeres como castigo a los
habitantes que no respetaban el rio y a sus habitantes o tal vez solo lo hacía por que le resultaba
divertido, después de todo la gran mayoría de los rumores comenta que tan solo es un ser macabro y
malévolo el cual solo desea salirse con la suya.